“Uno debe temerle a la vida, no a la muerte.” - Marlene Dietrich
Vamos por la vida a mil por hora. Somos invencibles. Somos todoterrenos.
Un día, por casualidad, te detectan algo. ¿Porcentaje de que sea maligno? Ínfimo.
“A mí no me toca”. Y te olvidas. Sigues. No te duele nada.
Pero la vida es así. Porque estamos vivos. Justo por eso.
Es maligno. En mi caso, Carcinoma Papilar de Tiroides.
Tal cual. Tan frío y tan bofetada de realidad como abrir un sobre con el resultado de la PAAF.
“¿Carcinoma?” - miro a mi pareja con los ojos como platos. Él está más paralizado que yo, lo noto. - “¿Quiere decir que tengo cáncer?¡Pero si yo me siento mejor que nunca!”
Y la palabra cáncer entra en tu vida. De verdad de la buena. No la de los días mundiales o la de familiares y amigos. Penetra en tu cuerpo, en tu mente y en tu ser.
Unas horas de puro miedo y ansiedad como nunca había vivido hasta la consulta con mi endocrina. Un miedo desconocido, muy real. Un miedo paralizador. Horas en las que pensé en todo lo que aún quería hacer, en todo lo que quería vivir. Bofetada de realidad. Los problemas de hasta entonces ya no eran problemas. Curioso.
“De todos los cánceres, si hubiera que elegir uno, sería este.” - me dice mi endocrina. Tiene razón, por supuesto que sí. Tengo suerte, pero tengo cáncer. ¡Qué putada!
No os voy a mentir. Lloré, me paralicé, negué el resultado de la prueba. Pensé en mi pareja, ¡vaya mierda! Otro cáncer en alguien a quien quiere.
Compré libros anticancer, me alimenté a base de zumos rojos, verdes, cúrcuma, jengibre y aceite de lino. Cosas que hace una, que le vamos a hacer.
Te miras al espejo; tú estás bien, pero es verdad. El bultito está ahí. Silencioso.
Toca tomar las riendas de lo que te está pasando. Decidir si deprimirte o luchar. No es un trabajo de un día, ni una semana. No soy una superwoman. No os voy a mentir. Soy una persona normal, con miedos. Pero toca seguir con tu día a día. Eso sí, todo ha cambiado.
Las prioridades ya no son las mismas, tus preocupaciones tampoco.
En el fondo, vivir un shock tan grande no es más que un aprendizaje privilegiado de lo que es la vida en realidad. De lo realmente importante. Soy una afortunada, ahora tengo los ojos bien abiertos. Toca reaprender a vivir.
Cuando me enteré, busqué muchísimas información y experiencias similares. Tener referentes a los que le ha pasado lo mismo y están bien, fuertes, me parece vital en el proceso. En mi caso, el simple hecho de saber que Sofia Vergara, muy jovencita, también sufrió cáncer de tiroides, me sirvió para coger fuerza. ¡Si está genial, la tía! Entonces yo puedo con todo, esto no es nada.
Por eso he decidido contarlo, por si puedo ayudar a alguien. Me gustaría decirles que se pasa miedo, sí, pero que pasa. Todo pasa. Y creces, mejoras, lo superas.
Yo estoy recién operada, el martes me intervinieron. Si estás pasando por lo mismo, no tengas miedo. En mi caso y en la mayoría, es una operación sencilla. No muy larga y con una muy buena recuperación. Yo he tenido suerte, no puedo quejarme. Más allá de las molestias típicas, estoy como un roble. :)
No tengas miedo, ve tranquilo. Todo irá bien. Tu mente es la que más te puede ayudar. Apóyate en ti mismo, eres más fuerte de lo que crees. En nada estás en casa con los tuyos, y con un peso menos (literal).
Estos días he aprendido muchísimo como paciente, al otro lado.
Somos auténticos ángeles y estos días me he topado con varios. Compañeros que me han dado la mano, que me han explicado, que me han dicho qué hora era en la URPA, donde no hay luz natural y las horas no pasan, que me contaban cuánto drenaba mi redón. Compañeros que me lavaron, me colocaron mil veces e incluso de hicieron una super coleta con un trozo de crepé.
Ángeles. Mi infinito agradecimiento.
Pero también tenemos mucho que mejorar, compañeros.
En la mayoría de los casos no se trata de ser buen o mal enfermero, se trata de ser persona.
No saber si el que te está atendiendo es tu enfermero, mal. Ansiedad. Ya no te digo lo de presentarse y decir el nombre. Lo ideal, nos ayuda a ubicarnos como pacientes muchísimo.
No preguntar un simple: “¿Qué tal? ¿Todo bien?”. Ayuda. Entrar y salir de la habitación para repartir o pinchar sólo, es bastante deshumanizador. Fuera de un hospital jamás haríamos eso con una persona sin entablar algún tipo de conversación. Nos hemos inmunizado demasiado, compañeros.
Repartir la medicación y no decir lo que hay dentro. Yo soy enfermera y sé que ese Alprazolam que me estás dando antes de dormir, no lo necesito y no me lo voy a tomar, pero ¿y el que no tiene ni idea? Ansiedad. Expliquemos, no cuesta mucho.
Frases como: “Tienes que ponerte tu ropa de ingresada ya”. Acabo de ingresar y mañana me operan, sí, pero soy una persona. ¿Ropa de ingresada? Soy más que un ingreso. Intentemos decir las cosas de otra forma, más suaves.
Hablar con tranquilidad, sin frases agresivo-pasivas. Si te pregunto si ese diazepam es obligatorio, es porque quiero saber si es sólo un intento de que duerma mejor antes de la operación o si es como relajarte muscular. Sólo quiero saber lo que me tomo. “Es una pauta médica, pero haz lo que quieras” no es una respuesta que me ayude.
La lista sigue, todos sabemos en lo que podemos mejorar. No lo apliquemos mañana, apliquémoslo hoy. Seamos la enfermera que queremos tener si nos pasa algo. Seamos HUMANOS. Seamos educados, seamos ayuda, no problema.
Quiero dar las graciasa todo el equipo que estos días me ha atendido y ayudado. Gracias a todas las estudiantes que estuvieron a mi lado, que me animaron, que estuvieron conmigo haciendo más llevadero todo. Gracias a todos los enfermeros que estuvieron a mi lado, preocupándose en todo momento de cómo me sentía.
Quiero daros las gracias a todos vosotros. Por estar ahí, apoyándome en todo momento. Sois un pilar fundamental para mí. Sois mi motor. Sois geniales, sois apurados.
Todavía queda camino, espera, analíticas, tratamientos. Pero no pasa nada, vamos en la dirección correcta. Nos movemos, porque estamos vivos.
Viviremos, lucharemos, seguiremos con nuestra vida. Con los ojos bien abiertos a todo. Y ahora, también desde el otro lado.
Vamos por la vida a mil por hora. Somos invencibles. Somos todoterrenos.
Un día, por casualidad, te detectan algo. ¿Porcentaje de que sea maligno? Ínfimo.
“A mí no me toca”. Y te olvidas. Sigues. No te duele nada.
Pero la vida es así. Porque estamos vivos. Justo por eso.
Es maligno. En mi caso, Carcinoma Papilar de Tiroides.
Tal cual. Tan frío y tan bofetada de realidad como abrir un sobre con el resultado de la PAAF.
“¿Carcinoma?” - miro a mi pareja con los ojos como platos. Él está más paralizado que yo, lo noto. - “¿Quiere decir que tengo cáncer?¡Pero si yo me siento mejor que nunca!”
Y la palabra cáncer entra en tu vida. De verdad de la buena. No la de los días mundiales o la de familiares y amigos. Penetra en tu cuerpo, en tu mente y en tu ser.
Unas horas de puro miedo y ansiedad como nunca había vivido hasta la consulta con mi endocrina. Un miedo desconocido, muy real. Un miedo paralizador. Horas en las que pensé en todo lo que aún quería hacer, en todo lo que quería vivir. Bofetada de realidad. Los problemas de hasta entonces ya no eran problemas. Curioso.
“De todos los cánceres, si hubiera que elegir uno, sería este.” - me dice mi endocrina. Tiene razón, por supuesto que sí. Tengo suerte, pero tengo cáncer. ¡Qué putada!
No os voy a mentir. Lloré, me paralicé, negué el resultado de la prueba. Pensé en mi pareja, ¡vaya mierda! Otro cáncer en alguien a quien quiere.
Compré libros anticancer, me alimenté a base de zumos rojos, verdes, cúrcuma, jengibre y aceite de lino. Cosas que hace una, que le vamos a hacer.
Te miras al espejo; tú estás bien, pero es verdad. El bultito está ahí. Silencioso.
Toca tomar las riendas de lo que te está pasando. Decidir si deprimirte o luchar. No es un trabajo de un día, ni una semana. No soy una superwoman. No os voy a mentir. Soy una persona normal, con miedos. Pero toca seguir con tu día a día. Eso sí, todo ha cambiado.
Las prioridades ya no son las mismas, tus preocupaciones tampoco.
En el fondo, vivir un shock tan grande no es más que un aprendizaje privilegiado de lo que es la vida en realidad. De lo realmente importante. Soy una afortunada, ahora tengo los ojos bien abiertos. Toca reaprender a vivir.
Cuando me enteré, busqué muchísimas información y experiencias similares. Tener referentes a los que le ha pasado lo mismo y están bien, fuertes, me parece vital en el proceso. En mi caso, el simple hecho de saber que Sofia Vergara, muy jovencita, también sufrió cáncer de tiroides, me sirvió para coger fuerza. ¡Si está genial, la tía! Entonces yo puedo con todo, esto no es nada.
Por eso he decidido contarlo, por si puedo ayudar a alguien. Me gustaría decirles que se pasa miedo, sí, pero que pasa. Todo pasa. Y creces, mejoras, lo superas.
Yo estoy recién operada, el martes me intervinieron. Si estás pasando por lo mismo, no tengas miedo. En mi caso y en la mayoría, es una operación sencilla. No muy larga y con una muy buena recuperación. Yo he tenido suerte, no puedo quejarme. Más allá de las molestias típicas, estoy como un roble. :)
No tengas miedo, ve tranquilo. Todo irá bien. Tu mente es la que más te puede ayudar. Apóyate en ti mismo, eres más fuerte de lo que crees. En nada estás en casa con los tuyos, y con un peso menos (literal).
Estos días he aprendido muchísimo como paciente, al otro lado.
Somos auténticos ángeles y estos días me he topado con varios. Compañeros que me han dado la mano, que me han explicado, que me han dicho qué hora era en la URPA, donde no hay luz natural y las horas no pasan, que me contaban cuánto drenaba mi redón. Compañeros que me lavaron, me colocaron mil veces e incluso de hicieron una super coleta con un trozo de crepé.
Ángeles. Mi infinito agradecimiento.
Pero también tenemos mucho que mejorar, compañeros.
En la mayoría de los casos no se trata de ser buen o mal enfermero, se trata de ser persona.
No saber si el que te está atendiendo es tu enfermero, mal. Ansiedad. Ya no te digo lo de presentarse y decir el nombre. Lo ideal, nos ayuda a ubicarnos como pacientes muchísimo.
No preguntar un simple: “¿Qué tal? ¿Todo bien?”. Ayuda. Entrar y salir de la habitación para repartir o pinchar sólo, es bastante deshumanizador. Fuera de un hospital jamás haríamos eso con una persona sin entablar algún tipo de conversación. Nos hemos inmunizado demasiado, compañeros.
Repartir la medicación y no decir lo que hay dentro. Yo soy enfermera y sé que ese Alprazolam que me estás dando antes de dormir, no lo necesito y no me lo voy a tomar, pero ¿y el que no tiene ni idea? Ansiedad. Expliquemos, no cuesta mucho.
Frases como: “Tienes que ponerte tu ropa de ingresada ya”. Acabo de ingresar y mañana me operan, sí, pero soy una persona. ¿Ropa de ingresada? Soy más que un ingreso. Intentemos decir las cosas de otra forma, más suaves.
Hablar con tranquilidad, sin frases agresivo-pasivas. Si te pregunto si ese diazepam es obligatorio, es porque quiero saber si es sólo un intento de que duerma mejor antes de la operación o si es como relajarte muscular. Sólo quiero saber lo que me tomo. “Es una pauta médica, pero haz lo que quieras” no es una respuesta que me ayude.
La lista sigue, todos sabemos en lo que podemos mejorar. No lo apliquemos mañana, apliquémoslo hoy. Seamos la enfermera que queremos tener si nos pasa algo. Seamos HUMANOS. Seamos educados, seamos ayuda, no problema.
Quiero dar las graciasa todo el equipo que estos días me ha atendido y ayudado. Gracias a todas las estudiantes que estuvieron a mi lado, que me animaron, que estuvieron conmigo haciendo más llevadero todo. Gracias a todos los enfermeros que estuvieron a mi lado, preocupándose en todo momento de cómo me sentía.
Quiero daros las gracias a todos vosotros. Por estar ahí, apoyándome en todo momento. Sois un pilar fundamental para mí. Sois mi motor. Sois geniales, sois apurados.
Todavía queda camino, espera, analíticas, tratamientos. Pero no pasa nada, vamos en la dirección correcta. Nos movemos, porque estamos vivos.
Viviremos, lucharemos, seguiremos con nuestra vida. Con los ojos bien abiertos a todo. Y ahora, también desde el otro lado.
Ana Polegre.
Haciendo el tonto en planta a las 48 horas de la Tiroidectomía radical.
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